jueves, 16 de diciembre de 2010

J. V. Rangel: La culebra que se muerde la cola

En "Los Papeles del Departamento de Estado" (250 mil documentos, unos secretos y otros confidenciales), entregados por Wikileaks a varios medios de comunicación, hay uno con la conversación entre funcionarios norteamericanos y brasileños sobre la preservación de materiales sensibles para la seguridad de Estado. Los brasileños muestran preocupación porque, según ellos, su país tiene debilidades al respecto, y, por tanto, agradecen el asesoramiento de EEUU. Con la divulgación de los documentos del Pentágono y del Departamento de Estado, se hace evidente la vulnerabilidad de la potencia imperial, así como la insolente fatuidad de quienes pretenden arrogarse el control del mundo. Con razón Lula dijo que "los norteamericanos no son tan listos como algunos creían y cometen las mismas tonterías de los demás". El material difundido por Julián Assange es fiel reflejo de la diplomacia norteamericana. De su colosal debilidad y mediocridad. Del deprimente equipo de diplomáticos especializados en hurgar en el basurero de los países donde están acreditados. Cuando la señora Clinton responde a las insólitas revelaciones afirmando que se trata de "un ataque a la comunidad internacional", traduce el desconcierto existente en organismos de la importancia del Pentágono y el Departamento de Estado. Calificar de ataque a lo que es una consecuencia del irresponsable comportamiento de quienes trabajan en el servicio exterior de EEUU, es síntoma de desesperación. Los documentos revelan la ruindad y desviaciones profesionales de aquellos que tienen en sus manos la relación directa con distintos países.